Mir Rodriguez Lombardo

La autodestrucción de Irène Curie


Cuando nació Irène Curie no existía nada parecido a una súper bomba. En esos tiempos las armas de destrucción masiva eran principalmente usadas por Francia y el resto de las potencias europeas sobre sus colonias, aunque ni de lejos con el alcance y el poder devastador que tendrían años despuésVéase Sven Lindqvist, Historia de los bombardeos, Sofía Pupe (trad.), Turner, Madrid, 2002.. Faltaba poco para que Europa volviera hacia sí misma la violencia que llevaba siglos ejerciendo sobre los demás y para que apareciera en escena, en parte gracias a los descubrimientos de Irène Curie, la terrible bomba atómica.

​Irène nació justo cuando Marie Curie se encontraba completamente dedicada a su tesis doctoral sobre el fenómeno de la radiactividad, que el también francés Henri Becquerel había descubierto el año anterior. Ni siquiera consideró la idea de sacrificar algo de su trabajo por la maternidad. En esos primeros años la pequeña competía por la atención de su madre con el radio, el nuevo elemento que había descubierto y al que llamaba sin rodeos “el niño que parí”. Pero su abuelo paterno, el Dr. Eugène Curie, se fue a vivir con ellas y se dedicó de lleno a su nueva nieta. Irène luego atribuyó al viejo librepensador la formación de sus ideas socialistas.

Becquerel y los padres de Irène compartieron el premio Nobel de 1903 por sus trabajos sobre la radiactividad. El fin de las dificultades económicas de la familia llegó gracias al dinero del premio y al nombramiento de Pierre, esposo de Marie, como profesor asistente en la universidad de la Sorbona, en 1906, poco antes de que muriese atropellado por un coche de caballos. La viuda, devastada, honró la memoria de su marido con la creación de una escuela especial para su hija, en quien ya notaba una gran aptitud para la ciencia. La pequeña escuela, a la que llamaron “la cooperativa“, fue un intento de educación libre junto a otros intelectuales laicos y partidarios de Dreyfus que, como ella, desconfiaban de la educación primaria francesa. Los chicos recibían una clase diaria, los padres se turnaban para impartir las distintas materias y hacer visitas a los museos. Irène terminó su escuela primaria con lecciones de trigonometría y la costumbre de intercambiar problemas de álgebra por correspondencia con su madre cuando estaban separadas.

​Es muy probable que Irène estuviera expuesta desde pequeña a la radiactividad. En aquellos tiempos se sabía poco sobre sus efectos en la salud. No era raro que los Curie llevaran tubos de ensayo con elementos radiactivos en los bolsillos y que el trabajo en el cobertizo sin ventilación que usaban de laboratorio les dejara restos de minerales en la ropa con la que llegaban a casa. Incluso, se cuenta que Marie se dormía en las noches arrullada por el brillo de un vial de radio que tenía sobre su buró. Hoy los cuadernos de laboratorio de ella y de Pierre se almacenan en una caja revestida de plomo y hay que manejarlos con precaución. Una de las compañeras de Irène cuenta que a menudo se la veía en los corredores del Instituto del Radio “sacudiéndose la radiactividad del pelo y la ropa”.

Lee el resto en la Revista de la Universidad de México.