Mir Rodriguez Lombardo

Ciencia ciudadana y la justicia de los saberes


Era un sábado soleado de otoño en Collado Villalba, unos 40 km al noroeste de Madrid. Todavía quedaba medio tanque de helio y lo usamos para llenar globos de látex, de los que usan en las fiestas de niños. Xose parecía un payaso diabólic o, guiando la masa enorme de globos rojos y negros por las calles desiertas del pueblo. Xose Quiroga es abogado; él y su colega Artur Castillo, sociólogo, conforman el colectivo de ciencia ciudadana IMVEC y esa mañana estábamos haciendo un experimento. El río Guadarrama, que atraviesa el municipio de un extremo a otro, recibe aguas servidas industriales y residenciales. Ante la sospecha de que las plantas purificadoras no se dan abasto con la contaminación, IMVEC está investigando. La idea era aprovechar la salida para tomar fotos del río y de la planta y determinar a la vez si era posible hacer fotografía aérea usando globos comunes y corrientes. Llegamos cerca de la orilla del río y soltamos los globos con la cámara, una imitación de GoPro, amarrados juntos a un cordel de 100 metros de largo. La masa rojinegra subió llevada suavemente por el viento hasta casi perderse en el cielo claro.

IMVEC forma parte de un movimiento global de científicos aficionados que hace un par de décadas fue bautizado como ciencia ciudadana y que ha estado tomando por asalto el otrora sagrado y exclusivo club de la ciencia. Es un movimiento muy diverso, difícil de definir, con distintos niveles de participación, que utiliza tecnologías sencillas o complejas, con fines educativos o en busca de justicia. Éste es un campo activo de debate entre las ciencias sociales y las ciencias naturales, pero el movimiento continúa con o sin el análisis de los académicos.

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